El Lado Oscuro del Corazón

    Un trueno resonó haciendo vibrar la estancia.

    La lluvia golpeaba los cristales con furia, como ensañada contra aquella vieja casona.

    Nadie caminaba por las oscuras callejuelas que sólo reflejaban el baile de fantasmagóricas sombras.

    Era una perfecta noche de Halloween.

    Un hombre sentado en un viejo sillón, frente al fuego, luchaba contra los deseos que había en su interior. Se levantó lentamente y se dirigió a la ventana. Su cuerpo aún le dolía y las extremidades parecían pedir auxilio ante cada movimiento. Pero a él no le importaba, no ahora que había vuelto.

    Volvió a sentarse y con un movimiento de la varita avivó el fuego. Las imágenes de aquellas llamas trajeron a su mente el recuerdo de los rostros torturados. De todos aquellos que habían pedido piedad bajo su imponente figura, de todos los que habían muerto en su camino. Sonrió al recordar el placer del dolor ajeno. Torturar a aquellas criaturas inferiores era un deleite que sólo entendían las mentes superiores como él.       

    -Voldemort- susurró dejando que las palabras fueran llevadas por el viento. Su nombre causaba terror en boca de cualquiera, y sólo él se atrevía a nombrarlo; por eso no pasaba día en que no lo hiciera, haciéndole ver a los demás el poder que había en aquellas palabras.

    El sutil movimiento de las llamas empezaron a trasladarlo a un estado de semiinconsciencia casi psicodélico, que lo llevó al pasado, a aquella fiesta, un treinta y uno de octubre, de tantos años atrás. Figuras vestidas de negro y rostros conocidos empezaron a aparecer, danzando un frenético baile terrorífico. Velas negras iluminaban la estancia, atiborrada de muebles oscuros, copas llenas de vino color sangre y negros velos de tul colgados del techo.  

    El regocijo reinaba en aquel lugar. Miradas brillantes, sonrisas malévolas en los blancos rostros apenas iluminados, consiguiendo que las identidades de los danzantes se ocultaran entre las sombras. Pero allí nadie pensaba en su verdadera identidad, porque durante aquella noche y en esa fiesta, todos eran iguales, todos mortífagos y seguidores de un mismo hombre.

    El baile continuó, entre risas que resonaban como ecos lejanos, charlas animadas y miradas oscuras. Entonces la terrorífica música se detuvo y todos sintieron como el aire se transformaba en una gélida brisa, que les puso los pelos de punta. Una figura alta, imponente, apareció de pronto en medio de la estancia. Una enorme capa negra le caía ondulante por la espalda, y una capucha le cubría parte de la cara; dejando a la vista sólo unos ojos rojos que refulgían brillantes, expectantes, sedientos de sangre, esperando ver el placer del dolor.

    Todos hincaron su rodilla en el piso de madera, bajando la cabeza ante aquella escrutadora mirada que podía saber lo que pasaba por sus cabezas. Él recorrió la estancia, sabiendo así quienes estaban allí y quienes no, quiénes le eran fieles y quienes lo habían engañado. Entonces su mirada se posó en una joven de tez blanca como la nieve y cabello negro azabache. Nunca antes la había visto.

    Se acercó a ella y le extendió la mano. La muchacha titubeó unos segundos antes de tomársela, después de todo él era el Señor Oscuro, y todo lo terrorífico era insignificante a su lado. Él la levantó y tomándola de la cintura comenzó a bailar al son de aquella música de ultratumba. Todos se pusieron de pie, un poco más relajados, y siguieron la danza.

    -Nunca te había visto antes- dijo Tom Riddle a la misteriosa mujer que tenía enfrente. Estaba tratando de introducirse en su mente, pero no lo lograba, había algo que se lo impedía.

    -Nunca había estado aquí- respondió ella en un susurro. Su cuerpo se estremecía ante el contacto de las manos de él en su cintura.

    Voldemort se sentía desconcertado ante aquella extraña. Él siempre sabía todo, sin que nadie tuviera que decírselo, porque sabía lo que iban a decir antes de hablar. Pero aquella misteriosa mujer había logrado lo que nadie: ocultarle su identidad . Sin embargo él no podía preguntarle quien era, tenía que descubrirlo por sí mismo.

    -¿Cómo llegaste aquí?- inquirió mientras su mente trabajaba rápidamente, tratando de buscar un indicio que le indicara quién era ella.

    -Cómo todos- respondió la mujer enigmáticamente. Siguieron moviéndose al compás de la música. Él la tomó fuertemente de la cintura y, sutilmente, la arrastró entre los presentes y la llevó a la habitación contigua.

    La luz de la luna entró por la ventana, iluminando la tez pálida de aquella muchacha, haciéndola ver delicada como una muñeca de porcelana, y a la vez diabólica como un fantasma. Entonces ella levantó la mirada hacia aquel hombre y clavó los ojos color esmeralda en los de él.

    -¿Intrigado?- preguntó la mujer dejando caer la túnica oscura y dejando al descubierto un cuerpo perfecto, envuelto en un vestido negro que hacía contrastar más la blancura de su suave piel. Él la observó, con frialdad, sin demostrar la intriga que le producía la extraña. Recorrió cada parte de su cuerpo con la mirada y, al llegar a su cuello, supo la verdad.

    -Sé quién eres- dijo con su voz segura y fuerte. Se acercó a ella y la tomó por los brazos, apretándolos fuertemente.- ¿Qué haces aquí?- preguntó fulminándola con la mirada.

    Ella sonrió al sentir aquellas manos. Era una mueca de placer que dejó relucir dos largos colmillos que asomaron de su boca.

    -He vivido más edades que cualquiera en esta casa- respondió- He visto hombres elevarse en la gloria del poder y luego caer bajo su propio peso. Personas causar terror en todos y destruir imperios a su paso. He visto pactos y alianzas, guerras y batallas, ríos de sangre recorrer las calles. Pero nunca he visto un poder como el que causa el nombre de Lord Voldemort.- añadió la mujer soltándose de aquellos fuertes brazos y sentándose en un sillón.-Nunca he sido leal a nada ni a nadie más que a mi misma.- agregó- Sin embargo la intriga de conocer al hombre detrás del nombre pudo más, y viajé mucho para llegar aquí.

    -¿Y qué me ofreces?- preguntó él acercándose al sillón.- Yo exijo lealtad incondicional en los míos. No me gustaría tener como aliada una inmortal que en cualquier momento puede traicionarme.

    -¿Sabes lo importante que puede ser para ti tener como aliada a una mujer que ha visto el paso de la historia?- preguntó la vampiresa con una sonrisa.- Una mujer que conoce magia tan antigua como el mundo y puede transmitirte esos conocimientos.

    -¿Y qué pides a cambio?- preguntó Voldemort después de sospesar el asunto durante unos segundos- Porque no creo que lo hagas de buena voluntad.

    -Ser tu compañera, tu maestra en la oscuridad, tu mentor en el camino hacia la perfección. Sólo eso pido.

    Él sabía a lo que se exponía al confiar en aquella mujer, pero lo que le ofrecía era lo que siempre había soñado. Se acercó a ella y la tomó en sus brazos, cerrando el pacto con un beso con gusto a sangre.

    Desde aquella noche la vampiresa se convirtió en su guía por el camino de las artes oscuras. Voldemort aprendió conjuros, hechizos y encantamientos en idiomas tan antiguos que habían sido hablados por los primeros moradores de la tierra; maldiciones y pociones olvidadas hacía muchas edades, y enterradas con el pasar de los siglos. Pero su relación con aquella mujer pronto fue algo más. Se convirtió en su amante por las noches, cuando sus oscuras almas se unían a la luz de la luna; en su compañera en las torturas donde, sedienta de sangre, ella bebía el vino caliente del cuello de los moribundos.

    Un ruido lo hizo despertarse sobresaltado, arrancándolo de aquel sueño agridulce. La ventana se había abierto de un golpe, haciendo añicos los vidrios que ahora se esparcían por el piso. Se acercó a la abertura y miró hacia fuera. Las sombras danzaban, haciéndole recordar las noches que había recorrido las calles con ella, en busca de víctimas que saciaran su sed de vida. Visión que adoraba contemplar, cómo ella extraía el néctar de los cuellos rotos, cómo los hombres en sus brazos exhalaban el último suspiro de vida.

    Cerró los ojos y su mente voló a aquella trágica noche en que ella fuera arrancada de sus brazos. Era una inmortal, pero podía morir, y él la había matado. Su negro corazón la había amado como ama un corazón que sólo late con la sangre que recoge de otros. El amor de ellos había sido un amor que nadie conocía, un amor negro y oscuro, posesivo y apasionado, movido por sentimientos que están más allá del común de la gente. Había sido el amor perfecto, entre una no muerta y un hombre cuyo corazón estaba petrificado por el hielo. Un amor existente entre almas que conocen el infierno y saben que van hacia allí juntas.

    Pero aquella fatídica noche, cuando ella le dijo que su trabajo había terminado, que él ya estaba preparado para enfrentarse a todo, y que lo abandonaría; un terrible odio se había apoderado de su ser. Si él no la tenía nadie lo haría. Aquella mujer de tez blanca que había sobrevivido a los siglos, se quebró como una flor marchita ante el poder de él. Vio como aquel cuerpo, suave como un pétalo de flor, que tantas veces había recorrido con sus manos, se deshacía ante su mirada. Nada quedó de ella, sólo cenizas que se volaron con el viento, llevándose los vestigios de la única mujer que había logrado lo imposible: tocarle el corazón. Y así lo había pagado, porque Voldemort no soportaba que nadie lo dejara, absolutamente nadie.

    Abrió los ojos y se encontró con la luna que comenzaba a asomar por entre las nubes. Al verla recordó la blancura de su rostro y, por primera vez en su vida, una lágrima recorrió su mejilla, una lágrima negra que salió de lo profundo de su alma, y que se perdió en la oscuridad de sus pensamientos.

 

 

NOTA: Los personajes de Harry Potter son exclusivos de J.K.Rowling y no me atribuyo los derechos de autoría sobre ellos, sino sólo sobre los que son exclusivos de mi imaginación, como también parte de la historia.

Tema: El Lado Oscuro del Corazón

una ves mas lo ley

Fecha: 16.07.2012 | Autor: Cesar

Este cuento es realmente brillante al igual que tu

Re: una ves mas lo ley

Fecha: 29.08.2012 | Autor: Julieta P. Carrizo

Muchísimas gracias cesar! :D

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