AUTOR INVITADO: El paradigma de la relevancia. Crónica de la Poesía en un entorno de redes sociales.

03.04.2012 03:58

@Felipepoet, autor y poeta colombiano, me ha concedido el honor de escribir éste artículo para la web. 

Disfruten la lectura!

En el año 1998 le dije a un amigo de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá: "no me voy a meter a internet en este milenio, voy a ser de los pocos que lo haga por primera vez... el próximo". Mi amigo se rió. Tal vez imaginaba que yo no cumpliría mi promesa. Su risa me pareció algo ofensiva. Me gusta creer que me toman en serio. 

 

El estudio formal, pegado de la estructura clásica: profesor, alumnos, bibliotecas, bases de datos, libros, exámenes, etc... casi como ahora. Internet no era una fuente tan popular. Algunos de mis compañeros accedían a la red más frecuentemente que otros. Aprendíamos también en los bares y en la negación de las mujeres. En general, la vida sucedía más por fuera de las pantallas que con el hipertexto digital. Recuerdo, por ejemplo, que el teléfono móvil era casi un lujo. 

 

Inicié entonces uno de mis poemas...

 

Soy usuario de las redes sociales, lo he sido desde hace varios años y aunque lo he imaginado, no creo que deje de utilizarlas pronto. Me han puesto en contacto con muchos temas y personas que sin duda han decidido sobre la forma como leo al mundo. Di con fenómenos que tal vez no habría conocido de otra forma. Por ejemplo: conocí desde adentro las nuevas congregaciones 2.0 que consiguen venderle a millones de personas la benevolencia de internet con la oración: “Eres libre, usa tu libre expresión”.

 

Fui al principio un usuario in-frecuente de latinchat, ICQ, y semejantes. La conexión a internet no era por banda ancha y estaba supeditada a que nadie te llamara porque dependías del cableado telefónico. El tiempo que pasábamos ahí, conocidos y desconocidos, era ciertamente menor al que pasamos hoy. Nuestros hábitos son fruto también del impacto que genera en nosotros el desarrollo tecnológico.

 

Borré un verso y compuse otro... 

 

Mi relación con Internet estaba basada en la búsqueda de contenido erótico. Sí, no sólo me interesaba la pornografía. Admito que ni los foros ni los chats me enamoraron, ese afán de inmediatez me perturbaba. Ese no saber quién está al otro lado me producía desconfianza. Sin embargo, fui citado por una desconocida en un centro comercial. No fuimos precisamente “de shopping”. Un “quiero que me conozcas” nos llevó a vernos las caras. No parecía importarnos nuestros nombres ni nuestro pasado. Una semana después nos besamos y luego dejamos que a nuestra relación la sellara el olvido. 

 

Cuando recibí el título en Estudios Literarios era un novato usuario de facebook. Habían pasado un par de años desde la charla con aquel politólogo. 

 

La segunda década de mi vida tuvo más cambios que líneas rectas. Entrevisté en su estudio de Medellín al Poeta colombiano Jaime Jaramillo Escobar que había escrito, entre otras cosas, los siguientes versos: 

 

“Conoces a aquél que viaja y siempre llega a su destino, la razón de ello es porque no le importa el cuando ni el dónde”

 

Compartió su mate sin azúcar conmigo y puso en mi mano una manzana.

 

Meses después dejé de fumar y conocí a una practicante de yoga. 

 

El poema comenzaba a lucir de otra forma...

 

La literatura comenzó a dominar todos mis espacios y mis ritmos comenzaron a ser otros. La escuela de la poesía me abrió al brillo de la pausa. La poesía no sólo trajo jardines, claro: también trajo abismos, infiernos y desencantos. 

 

Supe en una clase sobre fundamentos de la estética que Nietzsche, sí al que llaman El Filósofo, era un Poeta. Supe por Baudelaire que la fealdad es bella y conocí por su talento una linda definición de la modernidad: “lo transitorio, lo fugitivo, lo contingente, que es la mitad del arte, cuya otra mitad es lo inmutable”. Supe de palimpsestos: todo lo que que decimos lo dijo antes alguien, de otra forma.

 

Un verso se ahogaba terco como el orgullo...

 

Corre el 2012 y hacia atrás veo que he tenido más de diez correos electrónicos distintos. Traté de evitar el Spam y mi escape fue siempre una nueva trampa. Nutrí con trocitos de mi vida, repartidos, "llena este formulario", las bases de datos de muchas empresas que comenzaron a invadir mi “tiempo libre”.  Terminé gobernado por la intranquilidad de la sobre-saturación de ofertas. Una más atractiva que otra, y así. Obvio, también la basura llenó la copa.

 

En el libro "¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? Superficiales"  Nicholas Carr ofrece una extensa elucubración sobre cómo nos ha afectado la Red, no sólo en el comportamiento social, sino incluso en el funcionamiento de nuestra estructura cerebral. Su argumento alude a fuentes científicas, experimentos comprobables, investigaciones académicas que dejan ver como, no sólo se trata de la vieja pregunta "¿con Internet la gente no lee?", sino de todo aquello que dejamos de ser gracias al entorno digital. No desconoce las ganancias, los premios en torno a la fluidez de la información, sin embargo reconoce y alerta sobre su costo. Hay que inyectarle a la tesis de Carr al menos un asomo de duda. ¿Es la ciencia capaz de explicar todas nuestras complejas estructuras? Aún no. 

 

Una búsqueda por webs me lleva a la teoría de los "Filtros Burbuja" de Eli Pariser y puedo ver cómo los sistemas informáticos son cada vez más eficientes. Están dotados para ofrecernos la “información relevante”. Leo la concordancia de esa idea con la crítica de Carr: Google y facebook nos han convencido sobre la comodidad de estar rodeado por nuestros propios intereses. Por eso, como lectores hipertextuales,  al estar insertos en una burbuja relevante con nosotros mismos, no accedemos de verdad a las burbujas de los demás. Si tenemos suerte, apenas las rozamos. Pariser advierte que si dos personas ubicadas en un lugar físico común hacen una misma búsqueda en google, los resultados que obtienen son distintos de acuerdo con su situación. Hasta el sistema operativo de nuestros dispositivos; los historiales de nuestras búsquedas; la hora y el lugar de la búsqueda definen los resultados. 

 

Los físicos, los electrónicos y los nuevos programadores de la realidad han compuesto, en conjunto y a lo largo de muchos años, un sistema para saber qué es lo que nos gusta y que es lo que no. Lo han llamado "estarás bien cuando un robot te diga, te muestre y te venda sólo lo que "te interesa". Le han puesto un sobrenombre: Don Logaritmo.

 

Linda paradoja: la conexión nos separa.

 

Un estar pero no estar con nadie siempre, co-existiendo.

 

Y el Poema explora nuevos ritmos...

 

Las frustraciones se vuelven tintas.

 

Reinar María Rilke advertía sobre la urgencia de saber estar solo cuando se escribe. El Poeta escribe solo acompañado. En el conjunto de los acompañantes de su soledad encuentra la materia prima de sus versos. La Poesía no quedó en un segundo plano con la aparición de Internet. Su índole subversiva la ubica en el campo de lo simbólico, donde su vulnerabilidad es la contingencia de la modernidad baudelaireana. 

 

La Poesía puede esperar a su más terco perseguidor porque sabe que nunca será alcanzada. Es el orgullo que luce la tortuga en la paradoja de Zenón de Elea.

 

Tenemos un poco de poetas, en el fondo. Vagamos por las redes sociales, sedados para la incalculable soledad del mundo. 

 

No llegamos a la Poesía, ella nos aborda. Trae siempre sus diálogos con el pasado se sobrepone a la urgencia de actualidad. Nos invita a des-afanarnos, porque el Poema es un bello dilatador del tiempo.

 

Las redes sociales mutarán, serán transfiguradas, eso es desaparecer estando. La Poesía también estará transformándose, des-ubicándose y des-ubicándonos. Nos dará pistas para comprendernos, para recomponernos. 

 

Escape hacia adentro. Resiste el Poema...

 

La resistencia es también una metáfora del silencio.

 

Y la Poesía, el canto de los silencios reunidos...

 

Voy a abrir un libro de Poemas en cualquier página, al azar. A escuchar la canción con los ojos. 

 

Voy a cazar al pasado, el mejor espejo. 

 

¡Qué suene un verso a ver si me recompongo!

 

 

Autor: Luis Felipe Jiménez Jiménez,  Bogotá Colombia, © Marzo 2012.

Twitter: twitter.com/#!/Felipepoet

Web:  www.felipepoet.com

 

Tema: AUTOR INVITADO: El paradigma de la relevancia. Crónica de la Poesía en un entorno de redes sociales.

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